Los recuerdos de Maria Andia se proyectan en su memoria al hablar sobre el tiempo de contaminación del Huatanay, hace un viaje en el tren de sus remembranzas con ruta a su infancia donde ayudaba a su mamá a trabajar en el negocio de comida, jalando las ollas, llevando los platos. Aquellos recuerdos son fusionados con el ruido del agua al pasar por el río, no puede evitar esbozar una sonrisa cálida al acordarse esa época donde eran unidas madre e hija, donde caminaban juntas recogiendo agua en su percudido balde, ese líquido servía para alimentarse en los años donde no contaban con agua y desagüe en su casa, eso para la época era un lujo que no podían darse. Agradecían a la madre naturaleza la existencia de un río.
varios afluentes

Unos dedos largos y juntos hacen puño para explicar los afluentes del Río Huatanay de Cusco, María tiene esa facilidad de expresar detalladamente que éste río tiene una génesis en sus afluentes, el rio Huancaro, rio Chocco, río Cachimayo y río Pumamarca, estos se juntan y empiezan recorrer 38 km de la ciudad imperial, ya con el nombre del famoso río cusqueño, Huatanay, presentando características fisiográficas propias de lechos de río con un cauce sinuoso e irregular abundante en época de lluvias.


Más de 33 años trabajó en la preparación y venta de comida, fuera del terminal terrestre, y a orillas del Rio Huatanay, María afirma haber echado agua con grasa después de lavar los platos de su negocio, esto lo cuenta con voz baja y avergonzada, sabe que su inconsciencia le puede llevar a ser juzgada. Inmediatamente justifica este hecho, en los noventa, la situación era distinta. No existía contenedor de basura que no se encontrará cerca al río, esto acarreaba que la gente la botará al río y de los carros recolectores de basura, ni sus luces por el lugar, solo una vez a la semana. Tampoco se hablaba comúnmente del tema medio ambiental como ahora se viene haciendo, reconoce que los esfuerzos de las Municipalidades y del Instituto de Manejo de Agua y Medio Ambiente (IMA) se están concretando poco a poco, a paso de tortuga, acciones específicas como las del cercado con mallas al borde del Río, campañas de sensibilización para el recojo de toneladas de basura. Hacen tomar conciencia del cuidado ambiental. De lejos puede ver cómo “van mejorando las cosas”. 


MARÍA HA TRABAJADO MÁS DE 30 AÑOS, VENDIENDO COMIDA CERCA DEL RÍO.

Un color oscuro de la cabeza a los pies, un hedor que se hace perenne al oler, unas miradas silenciosas acostumbradas a ver la mano del hombre cargando residuos, esa mano lista para desembocar el cargamento en las aguas del Huatanay e inmediatamente el dueño de la basura voltea la mirada, buscando gente y a la par huyendo percatándose de que alguien no lo vea. Acelera el paso, está seguro de que nadie le reconocerá tras esa mascarilla que cubre la mitad de su rostro. Ya en resguardo, una sensación de culpa le visita por dos segundos, pasado este breve tiempo, él continua con su vida como sí no hubiera hecho algo malo.

Año 2020, se escucha los sonidos de las ollas retumbar, viene el casero a consumir su alimento, está apurado, pregunta por el menú de la noche, Hilda le indica. El comensal jala la silla de plástico para sentarse y le indica que le sirva. Empieza a saborear la comida, cuchara por cuchara, durante el transcurso del cada bocado se percata del ruido del río, y percibe un olor que le va quitando el sabroso mordisqueo. Voltea y ve las aguas oscuras del río Huatanay. Hilda lo mira y trata de disimular la curtida incomodidad. Ambos hacen como si no pasará nada. Se acaba el momento alimenticio con este cliente y viene otro, a repetir la historia.


Hilda es una comerciantes que hace un mea culpa y acepta que también arroja basura al huatanay. 

Hilda es una señora que hace 25 años vende comida afuera del terminal Terrestre del Cusco, conoce a la Sra. María durante todos estos años, recuerda que algunas veces fueron competencia al quitarse a los clientes. Hoy, cuenta Hilda que la venta ha bajado, los clientitos (llamados con cariño) tienen miedo de comer en la calle por la pandemia, tampoco quieren comer cerca a los hedores del Rio, esos que ningún barbijo puede filtrar completamente. Admite que ya no se echa basura al Huatanay, que existe un acuerdo de no dañar más este RÍo, pero también es consciente que no todo es basura, también son desechos de fábricas, de desagües y todos los aportantes contaminantes que hacen que las aguas del Río siendo sombrías.


el terminar terrestre produce enormes cantidades de basura que acaban en el río huatanay.

Ambas comerciantes de alimentos, se preguntan ¿Si la situación del Río se mantendrá o mejorará?, ¿Si las personas seguirán tomando responsabilidad en el cuidado ambiental del río?, ¿Si las autoridades expertas en el tema seguirán preocupadas por renovar las aguas del Huatanay? Solamente se asoma un “ojalá sea así”. No habrá proyecto exitoso que no trabaje de la mano junto a la población, se tiene que entrar a la mente y al corazón para evitar que la mano del ciudadano se siga manchando con la muerte de su río.